La ciencia ¿Creencia o realidad?

Perro ciencia

¿Te fiarías de alguien que dice que la Tierra es plana?
Entonces, ¿por qué sí en educación canina?

En estos tiempos que corren, se piensa en la ciencia como una creencia, algo en lo que puedes creer o no creer. 

LA CIENCIA ESTA EN CRISIS.

No porque haya dejado de funcionar, sino porque cada vez hay más personas que la cuestionan desde la opinión, el sesgo o la experiencia personal. Vivimos en la era del «yo he leído que…», del «a mí me funciona» y del «eso son tonterías modernas». La era de los terraplanistas, los antivacunas, los negacionistas del cambio climático… y, por supuesto, los defensores del «tu perro tiene que saber quién manda».

Y, aunque parezcan cosas muy distintas, en el fondo se parecen mucho.

Porque la ciencia no es una opinión

La ciencia es un método. Un proceso que nos permite entender el mundo minimizando errores.

Se parte de una pregunta o una duda sobre algo que queremos entender. A partir de ahí, se formula una hipótesis, es decir, una posible explicación. Esa hipótesis se pone a prueba mediante la observación y la recogida de datos objetivos. Luego se analizan los resultados, se repite el proceso y se publica para que otras personas puedan revisar, confirmar o rebatir. Y si algo no encaja, se corrige y se vuelve a empezar. Esa es la clave: la ciencia cambia porque aprende.

No es perfecta, pero es lo mejor que tenemos. Es el mapa más fiable que hemos construido como especie para no perdernos en el caos del «yo creo que…».

El problema de la experiencia personal

¿Quiere decir esto que la experiencia no sirve? No. Pero la experiencia aislada no siempre es una buena guía.

Porque estamos llenas de sesgos. Nuestro cerebro busca confirmar lo que ya cree, recuerda más lo que nos impacta, y a menudo interpreta el «funcionó» como sinónimo de «es correcto». Y eso, en educación canina, puede tener consecuencias.

Ejemplos hay muchos:

  • «Le grito y se calla, así que funciona». (Sí, pero ¿qué has enseñado realmente?)
  • «Si le doy premios se vuelve caprichoso». (Lo que pasa es que no sabes cómo usarlos.)
  • «Tiene que saber quién manda». (Y acabas generando miedo en lugar de aprendizaje.)

Educar con ciencia es educar con cabeza

Cuando eliges un enfoque basado en ciencia, no lo haces porque sea una moda. Lo haces porque te importa hacerlo bien. Porque quieres que tu perro aprenda, no que obedezca por miedo. Porque sabes que el castigo puede tener efectos secundarios. Porque entiendes que cada conducta tiene una función y que cada aprendizaje deja huella.

Y porque sabes que, aunque la ciencia no tenga todas las respuestas, está comprometida con encontrarlas.

Una decisión que va más allá de hoy

Educar a tu perro con ciencia no es solo una cuestión de eficacia. Es una decisión ética. Una forma de cuidar su bienestar, su confianza, su forma de estar en el mundo.

Y también una forma de cuidarte a ti. Porque cuando entiendes lo que está pasando, cuando sabes por qué hace lo que hace y cómo puedes enseñarle algo diferente, todo es más fácil. Más tranquilo. Más bonito.

Por eso, aunque algunos sigan creyendo que la Tierra es plana, que los perros necesitan «mano dura» o que la ciencia es cosa de frikis… aquí seguimos. Educando con cabeza, con evidencia y con ganas de hacerlo mejor cada día.


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Porque tu perro se merece lo mejor. Y tú, también.

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