
Como elegir a tu primer perro, sin morir en el intento
¿Estás a punto de dar el gran paso y compartir tu vida con un perro peludo, baboso y amoroso? ¡Enhorabuena! Pero antes de dejarte llevar por la emoción y correr a por el primer cachorro que te haga ojitos, respira hondo. Porque elegir a tu primer perro no es como elegir un par de zapatillas (y aunque lo fuera, tampoco te compras las primeras sin probarlas, ¿verdad?).
Si de verdad quieres acertar en esta decisión, hay algunas cosas clave que debes tener en cuenta. Vamos a ello.
1. Adoptar siempre es la mejor opción
Sí, lo sé. Ahora mismo tienes en la cabeza la imagen de un cachorrito esponjoso con cara de no haber roto un plato. Pero déjame decirte algo: los refugios están llenos de perros maravillosos esperando un hogar. Y, en muchos casos, adoptar puede ser una opción mucho más acertada que comprar un cachorro de raza.
¿Por qué? Porque cuando adoptas un perro adulto, ya conoces su tamaño definitivo, su temperamento y su nivel de energía. Es decir, no te llevarás sorpresas desagradables cuando ese peluchito crezca y se convierta en un torbellino de 30 kg que necesita correr 10 km al día (sí, Labrador, te estoy mirando a ti).
Además, un perro adulto puede venir con una base de educación, lo que significa menos «sorpresas» en forma de charquitos en casa o muebles convertidos en serrín.
2. Conoce bien al perro antes de llevarlo a casa
Si hay algo que puede evitar devoluciones y arrepentimientos, es tomarse el tiempo de conocer al perro antes de adoptarlo. No basta con una foto bonita en la web del refugio; necesitas verlo en acción.
Visítalo, pasea con él, observa cómo se comporta con otras personas y animales. Pregunta a los cuidadores sobre su personalidad y necesidades. Y, sobre todo, sé realista: si buscas un compañero tranquilo para tu piso, ese cruce de Border Collie que parece haber bebido seis cafés no es la mejor elección.
Ah, y si en la protectora te recomiendan un perro diferente al que tenías en mente… escúchalos. (Ellos ven más adopciones en un mes de las que tú verás en toda tu vida, algo saben del tema).
3. Asesórate bien: un profesional puede marcar la diferencia
Aquí es donde la cosa se pone seria. Adoptar sin informarte bien es como meterte en la cocina sin saber si la receta lleva harina o dinamita. Puede salir bien… o puede ser un desastre.
Un buen educador canino te ayudará a elegir el perro adecuado para tu estilo de vida y a prepararte para su llegada. Porque sí, hay diferencias entre un perro activo y uno tranquilo, entre un perro seguro y uno con miedos, entre un cachorro y un adulto. Y si tomas una decisión informada desde el principio, todo será mucho más fácil.
(¿Acaso no preguntas antes de cambiar de móvil? Pues un perro va a estar contigo más de 10 años, como mínimo merece el mismo nivel de investigación, ¿no crees?).
4. Decisiones con cabeza = menos abandonos y más felicidad
Cada año, muchos perros son devueltos porque sus tutores no supieron lo que estaban asumiendo. Y esto no solo es duro para la familia, sino devastador para el perro, que vuelve a pasar por el trauma del abandono.
Pero si sigues estos pasos –adoptar con consciencia, conocer bien al perro antes de llevarlo a casa y contar con asesoramiento profesional– te estarás asegurando de que la decisión sea la correcta. Para ti y para tu nuevo compañero.
Así que, si estás pensando en adoptar, tómate tu tiempo. Encuentra a ese perro que realmente encaje contigo. Porque cuando das con el bitxito adecuado, la vida cambia para siempre. Y créeme, vale la pena.